¡Joven! Asiento para la señora

La lectura ha representado para mí y para todos que lo practican, una salida de la realidad, un país infinito e inalcanzable. Pero también ha significado la realización de una vida, el involucramiento de pensamientos, deseos y pasiones, el aprovechamiento de lecciones pasadas devueltas al presente, devueltas como una ola hacia el cuerpo en forma de alimento para el alma, en forma de remedio para momentos angustiantes que a veces nos dejan noqueado.
Leo sin parar -no necesariamente textos a mi carrera- porque lo que me entumece es la literatura pura, la narrativa, los cuentos. A pesar de que tengo rumas de folletos, separatas y libros de administración ahí apilados en mi escritorio si no tengo nada que hacer, me inclinó por agarrar un libro del Gabriel García Marquez, Ribeyro, Sabato, Cortázar, Bryce, Borges, A. Cueto, Roncagliolo, etc. En otro momento hablaré con detenimiento y digresión a cerca del noble arte de escribir. Ahora quiero expresar mi más sincero amor por la lectura: por los libros.
La lectura ha representado para mí y para todos que lo practican, una salida de la realidad, un espacio distinto, un país infinito e inalcanzable. Pero también ha significado la realización de una vida, el espacio común de muchos personajes, el involucramiento de pensamientos, deseos y pasiones, el aprovechamiento de lecciones pasadas devueltas al presente, devueltas como una ola hacia mi cuerpo en forma de alimento para el alma, en forma de remedio para momentos angustiantes que a veces nos dejan noqueado. Un libro me ha ayudado a jugar interminablemente con otros personajes, hacerme amigo y enemigo de desconocidos, de personas que nunca conoceré porque simplemente estas están en nuestros pensamientos, en nuestras emociones. Novelas, hay muchas, pero solo las excelentes de contenido y forma logran trascender en nuestras conciencias asimilando sus enseñanzas como un todo inconsciente que se perpetúa y arraiga para no olvidar. Y así como jugando cualquiera puede regresar a esas lecturas enternecedoras de valores y enseñanzas, y de verdad que atrapan. Por ejemplo:
"Nuevamente en la combi, con los audífonos en los oídos, y agazapado casi hasta las rodillas cerca de la puerta, me encuentro. Asimismo, he quedado atrapado en la carga emocional del cuento "El príncipe feliz" de Oscar Wilde. La carga emocional es tan grande que mis ojos están impregnados a las hojas blancas del libro, sin mayor percepción que la de las pequeñas letras que corren y brincan jugando con el espacio interminable del cuento. -¡Joven!¡Joven!- Escucho el barullo imperceptible de una queja, una súplica, unas miradas. La burbuja metálica que habíamos construido entre la estatua, la golondrina y yo explota del todo. -¡Joven asiento para la señora!- grita el chofer al borde de un patatuf. -"Ah! claro, tome asiento señora"- presuroso me levanto y le cedo el asiento a la señora, aún ensimismado, consternado, aturdido por el cambio brusco de mundos."
La relectura de esos cuentos infantiles, aquellos que nos cautivaron de niño, como "El caballero Carmelo", "Robinson Crusoe", "Las aventuras de Tom Sawyer", "Las mil y una noches" o "El príncipe feliz", considero que es un acto de humildad y una fuente de sabiduría infinita. Son cosas que hemos olvidado y que creemos desfasadas, pero están ahí a la espera de un estímulo que las haga resurgir como un niño al que le dan unos zapatos nuevos, un amigo nuevo, un compañero de aventura. Así que en esta oportunidad, el motivo de esta entrada es la numeración de las novelas, libros e historias que nos cautivaron en cualquier momento de nuestras vidas. Hoy 23 de abril, hagamos espacio para recordar uno de esos libros cautivantes y pongámonos a leer a la espera de alguna señora embarazada con hijo-dentro o fuera- para pincharnos con la aguja de la imprudencia. Saludos.
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