jueves, 10 de enero de 2008

Solo es un SUEÑO (Parte I)

1. Era un día nublado, gris y bullicioso, como a menudo es en la ciudad de Lima (salvo excepciones cuando lo es más). Tras un leve sonido en el cielo, el ambiente cobra cierta paz y quietud. Mi hermano conduce la Daewoo, y las demás personas se encuentran tranquilas mirando por la ventana, comiendo tunas peladas, tirando por la ventana caña de azúcar mascada, otros, más solitarios, se abandonan en el mp3 y otros aún más, están doblados del cuello, pegando una cabeceada al costado de la ventana. Es raro, mi hermano de conductor de la Daewoo, pareciese que nos vamos de paseo a alguna playa o de campamento, pero… ¿y toda esa gente? Yo, estoy a mitad del bus, pegado a la ventana, viendo el cielo y distinguiendo el silencio que se produjo no sé desde cuándo. Pareciese que yo fui el único que percibió ese cambio. Todos están tranquilos, menos yo. Una acorazonada me dice que se avecina algo. De pronto, todo se oscurece, un silencio absoluto y me quedo paralizado. No puedo hablar, moverme, ni gritar. El miedo se apodera de mí y siento que ya no soy parte más de este mundo. Pronto cobro consciencia de que es un sueño e intento moverme, despertar, gritar, pero es imposible. Pareciese que tengo un bloque de acero encima de mí y no puedo hacer nada. Por fin puedo moverme, primero mis piernas, luego lentamente las demás partes de mi cuerpo. Me levanto extraño, angustiado, perturbado, sin saber qué pasó en esos momentos en que alguien o algo me oprimían.

2. Estoy en la casa de una amiga de Mónica. Estamos conversando de lo más amena y peculiarmente, tocando distintos temas y riéndonos de todo, como si estuviésemos bajo el efecto de marihuana, cocaína o ayahuasca. Quizás hayamos estado bebiendo algo, lo dudo. Le insinúo a Mónica que es tarde y que la zona es un poco movida a esas horas de la madrugada –estamos en Chillón y los jóvenes entusiasmados salen a buscar a sus compadres por el barrio- así que le digo que vayamos a mi casa. Ya había advertido, yo, unos tres tipos en la esquina jugando con una llanta y riéndose a carcajadas porque uno de ellos no maniobraba como los demás lo hacían. Este último me ve, y resuelve en sacar un cuchillo y juguetear con él pasándolo de una mano a la otra. De la nada, como un cocodrilo que se coge de la pierna de un venado, éste arremete al cuello del otro que se reía con ligereza y le aprieta con mucha fuerza en el cuello, hasta dejarlo desangrado. El otro chico le encuentra una gracia incansable a este hecho y procede a celebrar la pertinencia de el del cuchillo. A mí, extrañamente no me causó más que indiferencia el ver a esos payasos haciéndose daños entre ellos. Ni siquiera me importó que esto fuera una advertencia, una abierta muestra de que si salía me pasaría lo mismo. La pusilanimidad se había esfumado de mí (confieso que no recuerdo si estaba bebido o no). Entonces le digo a Mónica que ya nos vamos, que es tarde, que ya me las arreglaré yo, pero ella tenía los ojos vidriosos y medios salidos, los tenía tan dilatados que no la reconocía muy bien, yo la tenía en mi frente y ella miraba con espasmo a mí atrás. ¡Qué pasa Mónica! alcancé a decirle, algo exaltado. Giro la cabeza con presteza, haber si encuentro menos bochornoso la escena. Flash! Una luz resplandeciente atraviesa mis ojos y me deja en absoluto desconcierto. Respiro –eso creo- y quiero cobrar fuerzas para levantarme, pero no puedo hacerlo, todo mi cuerpo está muerto menos mi consciencia que resiste a creerlo. Estoy paralizado, no puedo moverme, siento un gran peso encima de mí, y no puedo hacer nada más que desesperarme, buscar alguna salida, moverme. Pronto cobro consciencia de que estoy soñando, e intento moverme, pero es esfuerzo en vano. Tras unos interminables segundos, por fin, puedo mover mi pierna izquierda, y luego paulatinamente e l resto del cuerpo. Esta vez, estoy menos intranquilo, son las 3:00 de la madrugada, me acosté tarde hoy y tengo cansancio. Ya tengo una interpretación de este sueño, así que me doy vuelta boca abajo y cierro los ojos nuevamente.

Estas son dos breves narraciones de dos sueños o pesadillas que he tenido. En ambas se repite la misma sensación de vacío, de muerte, de inamovilidad absoluta, de una extraña mezcla de consciencia y miedo.

Los sueños, como lo advertí en la anterior entrada, era el centro de esta conversación que se podría volver interminable y fuente de discusión. ¿Qué opinan acerca de los sueños? ¿Creen que a través de los sueños se nos pueda advertir de un hecho futuro? ¿Es posible controlar nuestros sueños? ¿Qué se esconde detrás de nuestros sueños? ¿Qué creen que signifiquen mis sueños? Ayúdenme a descifrar qué se esconde detrás de este universo escondido que se evidencia en nuestros sueños. Hasta la próxima.

Etiquetas: , , ,

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio