domingo, 2 de diciembre de 2007

Días de Piura

Trabajos, compromisos y -sobretodo-desidia fueron los argumentos para no escribir después de tanto tiempo. A pesar de tener a mi costado el televisor prendido, mi familia atolondrada con la ceremonia por la promoción del menor de mis hermanos, y –para variar- mis perros sobresaltados por algún imprudente skater que resuena la vereda con su tabla, a pesar de todo eso, me siento como de costumbre a terminar algo que no culminé. Hace unas semanas viajé a Piura con motivos (puramente ja!) académicos y el viaje –como todo suceso importante-no termina si no es plasmado en un papel. 14 horas de viaje en bus fueron suficientes para convencerme de que Piura está bastante lejos de Lima y que valía la pena conocerla a fondo. Una semana, pensé, no serían suficientes para conocer esta, decían, hermosa ciudad. Antes de llegar comencé a buscar algunas referencias sociales; culturales; geográficas; y anecdóticas acerca de Piura, como por ejemplo (en ese orden) de que Piura ciudad es muy diferente de los barrios populares que rodean a la ciudad donde la pobreza se repite y multiplica como pesadilla recurrente (según VLL); en lo cultural, de que en esas tierras nació uno de nuestros epónimos héroes Miguel Grau, José Cayetano Heredia, el pintor José Ignacio Merino (del cual una plaza lleva su nombre), y otros poco ilustres como Velasco Alvarado, además de que ahí se fabrica la mejor algarrobina y nuestra rica cerveza de maíz, como también es tierra de los famosos perros calatos- viringos, la cultura de los Tallanes y la no menos conocida cultura Vicus; en lo geográfico, pues, sus agraciadas playas, sus descontentas dunas, sus infinitos desiertos y su sol imperecedero; lo que pude conocer de anecdótico, a priori, fue por ejemplo, de los enfrentamientos épicos que habían entre dos de los barrios emblemáticos de Piura como son La Mangachería y La Gallinacera, o por ejemplo de que en el cauce del río Piura –en temporada de sequías- los escolares hacían uso de éste con fines bélicos y que fue este escenario y acontecimientos que inspiraron a Vargas Llosa a escribir un cuento que le hizo ganar un viaje a Francia.

Estando en Piura, en un hospedaje en la calle Junín, comencé a evocar estas referencias que no hacían otra cosa que motivar a uno a salir a caminar, a pesar de lo cansado que estaba por el viaje. Me di un baño y salimos (3 amigos más y yo) a caminar, a conocer un poco más de esta ciudad. Lo primero que vimos fue el óvalo Bolognesi (donde me topé con Guillermo Giacosa, columnista de Peru21 y conductor de Mapamundi en TNP), y por ahí algunos rostros raros que nos veían con displicencia. Posteriormente llegamos a otro óvalo de nombre Grau, que nos conducía finalmente a la plaza central. Ahí corroboré lo que Vargas Llosa describía como los altos, frondosos y rumorosos tamarindos, las estatuas, y las bancas que estaban todas casi llenas de vecinos que en verdad habían salido a refrescarse después de un día de calor infernal, con la cálida brisa de noche. Luego de dos días caminando desde mi hospedaje hasta el anfiteatro donde se desarrollaba el congreso, pude constatar que, efectivamente, Piura se había convertido en una ciudad con mucho comercio, atestada de colegios, universidades, urbanizaciones, hoteles, vehículos, y pequeños negocios. Que desde no se qué tiempo había dejado de ser esa Piura que Vargas Llosa añora y que ahora se había convertido en una ciudad próspera. Bueno yo estaba relativamente equivocado, pues eso no era Piura. En las afueras de la ciudad se encontraba esa Piura de los 50 y 60 con niños que salen a cazar lagartijas, con adultos que tienen la indumentaria campesina, y el clásico “uah paisano”, con casitas muy humildes, y desierto alrededor de ellos. Esa Piura se encontraba aún en las periferias y se negaba a desaparecer, coexistiendo con las modernidades que el progreso trae sólo a algunos y limita a otros.

En fin, esos días fueron inolvidables, bañándome dos veces al día, saliendo y entrando –y molestando a la nada afable sra.70- del hospedaje y buscando mejores lugares donde pueda comer como titula el último libro de Arellano: “bueno, rico y barato”. Ese lugar nunca lo encontré, excepto en Catacaos, porque en el centro era distinto: o bien era bueno, o bien era rico, o bien era barato, pero así de mutuamente excluyentes. En la playa de Colán probé el Seco de Chavelos, que demoró unos angustiantes 30 minutos en prepararse, y que me dejó desconcertado al ver la “poca cantidad” que me sirvieron, sin embargo, la mitad de esa “poca cantidad” me llenó y me recordó que uno no se puede dejar llevar por las apariencias. Siguiendo el ámbito culinario, uno no puede dejar pasar al Seco de Cabrito con frejoles (¡sale un cabrito!), los chifles, la chicha de jora, el cebiche Piurano con “harta” cebolla, un buen majado de yuca con chicharrón, una cebada al polo, o un helado de mango (o de cualquier fruta) en El Chalán.

Finalmente, y a manera de “lo mejor para el final” está Máncora, una playa: ta que bravaza! Una playa donde se conjugan la arena, las palmeras, el sol, las olas, una eventual ballena en el horizonte, aves, garbosos caballos, despistados cangrejos, la tostada arena, y las inmejorables olas donde nuestra reina Sofía se alzó como la mejor del mundo. Cuando uno llega y se instala, son las mismas olas las que te incitan a entrar, con un movimiento de bienvenida acompañada de una brisa cálida, hacen inevitable el chapuzón. Si te da hambre, justo detrás de ti encuentras restaurantes donde puedes comer bueno y rico, y no tan caro. Luego, como quien no quiere la cosa, puedes tumbarte a despejar tus dudas, como dicen “a consultar con la almohada”.

El fin de semana estuve revisando algunos blogs y me encontré con uno que llamó mi atención que habla de lo que significa Piura desde la perspectiva de un piurano. También en youtube se encuentra algo de Piura, y si no los contenta, no queda otra que dejar de lado la TV, el chat, los bares de Lima, las discotecas, los cines, los centros comerciales limeños, y darse una vueltita por Piura aprovechando algún feriado largo, de esos que nos gusta tanto.

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3 comentarios:

A las 3 de diciembre de 2007, 17:22 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Buena cronica sobre lo que representa Piura para un limeño. Sobran palabras para describir la belleza paisajistica de Piura.

 
A las 14 de diciembre de 2007, 14:38 , Blogger Esteban Ramon ha dicho...

Asi es amigo, es la humilde descripcion de un limeño. Las palabras siempre sobran para describir un lugar tan hermozo como Piura. Solamente para describir a su gente, se apilaría rumas de papel, y ni hablar de sus playas y sus paisajes como dices. No dejes de comentar, de seguro que pronto volveré a estar por ahí.

 
A las 27 de enero de 2008, 18:58 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Interesante crónica.. fueron siete días pero parecieron mucho mas.. y es que aunque no te vi en las conferencias.. (jaja mentira!!).. se que todos los que tuvimos la oportunidad de asistir sacamos algún provecho de este evento ya sea este académico o "social" .. y bueno a ver si se repite el próximo año en Huancayo y a ver si se animan los que buscan liberarse por un momento de la realidad sofocante de Lima y de la Universidad.. aunque después estén como yo.. corriendo para hablar con los profesores o dando algún sustiturio, créanme vale la pena!!!. De nada me arrepiento ya que la experiencia es imborrable :P saludos!!

 

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