miércoles, 30 de enero de 2008

Lolita y “el Chorri”

Un amigo mío, “El Chorri”, por ejemplo, desde que andábamos por el colegio pude advertir un vago gusto por las de menor grado; quién diría que hoy a sus veintitantos años se haya convertido en un cazador de nínfulas, a la búsqueda de ese olor peculiar, de ese encanto juvenil y sedicioso, que perturba y enajena sus entrañas.

Este es el último post del mes, y no por eso será causa de algún dolor lumbar. El tema es preciso (no por eso absoluto, sería estúpido fingir ser dueño de la verdad) y sujeto a cuestionamientos, discrepancias y evocaciones. Lo hice pensando en que lo lean mientras se enfría la sopa.

Los hombres, como la naturaleza humana, tienen una afinidad con lo prohibido o azaroso. Ahí están los deportes de aventura, y los retos que implican la vida misma. Por lo demás, entendemos una necesidad de adrenalina, que trae consigo cierta enajenación y sensación de éxtasis. Pero ¿cómo se justifica (hablemos del hombre) del gusto hacia las púberes o niñas que oscilan entre 14 y 18 de parte de hombres que, muchas veces, duplican la edad? No estamos hablando de hombres cincuentones con bellas damas treintonas, sino del contexto específico de las púberes que ingresan al bajo mundo de las tribulaciones de un hombre desquiciado. A este tipo de “mujeres” se les conoce en el entorno literario como nínfulas. El buen Nabokov en su libro titulado “Lolita” las describe de la siguiente manera: “Entre los límites temporales de los nueve y catorce años surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana sino de ninfas (o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a estas criaturas escogidas.” Estas criaturas suscitan en algunos hombres ciertos deseos carnales y libidinosos que a menudo los deja fuera de sí. Pederasta, enfermo, rompepampers, chibolero, galán de nido; lo cierto es que estas niñas que juegan en la línea que divide la mocedad de la adultez, encarnan una personalidad de por sí magnéticas. Oí hablar de ellas una vez en un artículo que publicaba Marco Aurelio Denegri en una revista de La República por el 2005, y quedé perturbado por las características ahí descritas. En primer lugar, su olor, su encanto disforzado, su plétora de cosas inefables, quizá su mezcla de inocencia y rebeldía, su necesidad de protección. Siendo hombre, entiendo esta naturaleza escurridiza y vertiginosa. Un amigo mío, “El Chorri”, por ejemplo, desde que andábamos por el colegio pude advertir un vago gusto por las de menor grado; quién diría que hoy a sus veintitantos años se haya convertido en un cazador de nínfulas, a la búsqueda de ese olor peculiar, de ese encanto juvenil y sedicioso, que perturba y enajena sus entrañas. Sin embargo a mi amigo “el Chorri” le disimula bien su estatura, pero como él mismo dice, hay otros “descarados” que siendo visiblemente mayores asedian a estas mitad-niñas-mitad-mujeres con tal frescura como si se tratara de una coetánea. Un ejemplo de este tipo es mi buen amigo Leonardo. Leonardo, llamémosle el descarado -aunque está en su derecho-, cursa el séptimo ciclo de la universidad y, para el ejemplo, su enamoradita aún no guarda su DNI en la cartera (haría bien en decir canastita). Según me cuentan, es esa chispa adolescente la que los hace olvidarse de sus cuentas, de sus obligaciones, de sus preocupaciones y cavilaciones, sumergiéndolos en la felicidad juvenil de que todo se puede y que se viva el presente.

Gustos aparte, lo cierto es que el gusto por las nínfulas tarde o temprano se disipa, a medida que pasan los años y el gusto pasa a otro nivel, menos carnal y más trascendental; o siguiendo la temática éstas dejan de ser esas coquetas niñas traviesas y se convierten en una mujer escéptica, insípida e ignorante de su mediocridad.

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3 comentarios:

A las 30 de enero de 2008, 18:06 , Anonymous Anónimo ha dicho...

q buena !

 
A las 31 de enero de 2008, 11:22 , Anonymous Anónimo ha dicho...

http://www.diariosur.es/prensa/20070516/cultura/santiago-roncagliolo-blogs-revolucionar_20070516.html

 
A las 16 de marzo de 2008, 14:34 , Blogger Esteban Ramon ha dicho...

Este tema a medida que me enraizo en las conversaciones tiene más protagonistas, unos más conspicuos que otros.

 

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