jueves, 24 de enero de 2008

La nostálgica “Cocharcas”

La “Cocharcas”, prehistórica línea que es considerada un vestigio del parque automotor de los 70s, donde religiosamente abordábamos, Laura y yo, para enrumbar a nuestras casas.

Recuerdo con mucha nostalgia los días en que salía cachimbito de la universidad a las 6 de la tarde. Salía dando cada paso lento y seguro en dirección al paradero. Asustado miraba de un lado a otro viendo cruzar miradas furtivas y oscuras. Replegado al lado derecho de la calzada caminaba obsecuentemente intentando no parecer un ingresante, es decir, escondiendo y camuflando mi naturaleza neófita en las aulas universitarias. Aún no me acostumbraba ver a tanta gente tan atolondrada y fuera de sí. Tenía la sensación de que era advertido, reconocido. En esos tiempos tenía en mi blanda cabeza el estereotipo del universitario con su cabello desbaratado de tanto pensar, cigarro en mano, algún(os) libro(s) bajo la axila, apresurado al andar, mirada lasciva, y actitud beligerante como queriendo confrontar alguna idea o debatir algún precepto. Nada más lejos de la realidad. La universidad es lo que es una universidad: un lugar que tiene la característica de su pluralidad, con gente de todo nivel, costumbres, y manías que diferían en cada uno. Podías encontrar en los escalones de la facultad de letras a tipos algo descuidados en su vestir, con cabellos largos y ropas sueltas al estilo de un hippie, como también al pituco de barrio saliendo laxamente de la facultad de administración con lentes de sol y gel en los cabellos. Y de verdad que hay estereotipos: el de sociales, el de matemática, el físico, el de derecho, etc.

Bueno, saliendo yo, tranquilo y apaciguadamente, tenía la posibilidad de tomar mi carro en universitaria o en Venezuela donde encontraba el carro menos lleno. Yo prefería hacerlo en la av. Universitaria donde encontraba a alguno de los que serían mis amigos de la universidad. Estando ahí parado atisbando llegar mi carro, a veces divisaba la extraña y singular figura de una chica que mi memoria fotográfica había visto en algún lado o momento (Quizá en alguna clase de geometría). Técnicamente había estudiado conmigo en la academia, sin embargo nunca había hablado directamente con ella sino es con su amiga. Su nombre era -es- Laura, chica divertida, espontánea, conversadora, y sobretodo risueña. Recuerdo que las cosas que yo decía ella las encontraba una gracia, que contagiaba, aun cuando lo que dijese no tuviese pies ni cabezas, que el chiste haya salido mal o que termine olvidando lo contado. Coincidimos en muchas cosas. Coincidimos en la facultad, en el salón de clases, en la procedencia académica, en la edad, y extrañamente en el carro que nos llevaba a nuestros respectivos hogares: “La Cocharcas”.

La “Cocharcas”, prehistórica línea que es considerada un vestigio del parque automotor de los 70s, donde religiosamente abordábamos, Laura y yo, para enrumbar a nuestras casas. Lo que diferencia a la Cocharcas de otras líneas es su ostensible longevidad. Y esto se evidenciaba más cuando de pronto por un imprudente bache nuestra Cocharcas quedaba varada sacando la lengua, con alguna pieza lánguida que no resistía tales exabruptos. Pero eso no importaba, le habíamos agarrado ya un cariño a la Cocharcas que siempre terminábamos sentados en algunos de sus incómodos asientos torciéndonos las espaldas y reclamando, eventualmente, nuestros pasajes. Esto no sucedía a menudo, solo a veces, digamos una vez a la semana si teníamos suerte. Una vez tuve que bajarme dos veces de dos Cocharcas distintas, fue el colmo, pero eso al contrario de enojarme me divertía, me parecía anecdótico y gracioso, a pesar de llegar tarde a las clases de Ruiz que daba la impresión de que andaba también en la Cocharcas. Casi todos los días, tomábamos la Cocharcas con la que se volvió una estrecha amiga de siempre, Laura. Una vez sentados (o estando parados) agarrábamos algún tema de conversación y la volvíamos interminable, raros eran los vacíos, y lo que abundaban eran las risas. Comenzábamos conversando de alguna tarea, de algún profesor, de la universidad, de la educación, de alguna noticia, y de pronto nos convertíamos en unos sabuesos que fisgoneaban las intervenciones, despelotes y sandeces de algún compañero o profesor. Ese añejo y pequeño espacio que era la Cocharcas nos servía para escuchar música, comentar algún libro, o simplemente hablar sin prisa abandonándonos en el tema que nos viniese en gana. En ese pedestre, arcaico y trillado vehículo encontrábamos un lugar donde charlar por los 45 minutos que duraba el recorrido.

Tortuoso era el camino si iba solo, donde cada viaje lo convertía en una extensión de la cama. Los ritmos rimbombantes adormecían y dejaban pasar lentamente el llamativo paisaje de Los Olivos y SMP, como una aburrida descripción de Jorge Isaacs. A pesar de eso ninguna vez me he enterado de alguna colisión o choque de la Cocharcas, es más creo que una palabra que describiría bien la personalidad de la Cocharcas es prudencia y frugalidad. Era un pasajero tan asiduo a esta línea que me sabía las distintas caras de los montaraces cobradores, sus muletillas, sus cadenas de paraderos (Metro-Megaplaza-Pro), y sus exclusivos horrores lingüísticos. Involuntariamente siempre terminaba sentado en la Cocharcas con Laura, hiendo a paso de tortuga y con la incertidumbre de llegar a casa con el mismo carro. Como se extraña aquellos tiempos. *

[Me pareció oportuno incluir este video de la escuela de combistas: "Sarita Colonia", la voz.]

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7 comentarios:

A las 26 de enero de 2008, 14:45 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Oe q!. la cocharcas? yo viajo ahi

 
A las 26 de enero de 2008, 16:37 , Anonymous Anónimo ha dicho...

la descripcion de esa linea,, hace alucivo a sus carros,,,jajaja,,, la verad aun no me eh subido en alguna,,, pero como me han dicho facil se queda descansando por ahy, sin llegar a su destino,,:),,,

 
A las 26 de enero de 2008, 18:05 , Anonymous Anónimo ha dicho...

creo que esos carros ya no deberian circular en la urbe, 1 por que por su mala combustion contaminan el amibiente, otra que son mas lentas que sin exagerar, me aprendo todo el libro de analisis matematico en un solo viaje jajaja...DAEWOO CORAZON

 
A las 26 de enero de 2008, 18:09 , Anonymous Anónimo ha dicho...

bueno acerca del gimnasio no estove yendo por que esta semana tenia examen y como tu bien sabes yo para un examen me cago el cerebro tod la noche...a parte conoci a una flakita que esta bien linda se llama "Karina"

 
A las 26 de enero de 2008, 18:42 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Asi pues mi queridisimooooo cerdito eso tiempos aquellos...como dice jorge manrique en unas de sus coplas "cualquier tiempo pasado fue mejor" .....extraño tanto esos tiempos.....nuestras vidas se cruzaron varias veces y nosotros ni caso le haciamos hasta q nos toco llegar a la misma univ. y asi comienza la historia de una gran amistad :D TE KIERO MUXISIMOOOOO;).....

 
A las 29 de enero de 2008, 19:13 , Blogger Esteban Ramon ha dicho...

Es cierto eso de la contaminación que ocasionan estas carcachas de los 70's, pero es el cariño al que alude el escritor, porque lo relaciona con su entrañable amiga Laura. Sin embargo, si éstas siguen pululando en nuestras bellas y conservadas pistas es porque "las revisiones técnicas" son un saludo a la bandera.

 
A las 10 de mayo de 2008, 10:19 , Anonymous Anónimo ha dicho...

karina: nuestra kerida cocharcas antes medio 0.7 ahora 0.8,,por lo menos poner nuevos asientos hicieran,,,

 

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