lunes, 5 de mayo de 2008

Aquella habitación muda (Ella y Yo)

Ella tenía el pelo lacio, los ojos inyectados de tentación, y una sonrisa pícara que nada tenía que ver con lo vulgar; tenía el cuerpo moldeado de una sola vez con un pincelazo de auténtica belleza y originalidad. Su sentir displicente y mirada furibunda hacía de ella un coctel exquisito, una pieza musical celestial, un tesoro incalculable.

Hace unos días estuve por la casa de mi gran amigo Luis; mientras recorría el enorme pasadizo que tiene camino al comedor pude dar con una habitación que me traía simiescos recuerdos. Yo la llamé la “habitación muda” porque habiendo estado ahí nunca pronuncié ni una sola sílaba, ni una sola palabra, ni una sola oración; había sido un lugar mudo donde nunca existieron palabras, pero sí comunicación. Ya sentados en la mesa, mientras Luis y su hermana conversaban acerca de la última película de Johnny Depp, mi rostro había adquirido unas facciones de lo más estúpidas y ridículas. Pronto me reincorporé en la conversación; sin embargo para entonces Luis ya me miraba con su típica mirada picaresca. Antes de contar el motivo del sobrenombre de esa habitación, hay dos cosas que prefiero conservar en el anonimato: el tiempo y la persona; por consideraciones pudorosas más que por cuestiones personales.

Esa noche era la última vez que la vería; Ella pronto viajaría a España a seguir sus estudios de abogacía. Ella tenía el pelo lacio como la seda, los ojos inyectados de tentación, y una sonrisa pícara que nada tenía que ver con lo vulgar; tenía el cuerpo moldeado de una sola vez con un pincelazo de auténtica belleza y originalidad: una obra de arte que no era reconocible a simple vista, pero una vez hablado con ella, su sentir displicente y mirada furibunda hacía de ella un coctel exquisito, una pieza musical celestial, un tesoro incalculable. Ella era una de esas chicas que en un par de movimientos te pone en jaque, acorralado, y sin otra escapatoria que el ridículo. Era la más atrevida de las chicas de su entorno, pero no por eso se le conocía algún enamorado o chico con el que ella saliese; era por el contrario muy reservada a su grupo, siempre estuvo entre nosotros y bastó un par de muecas frías y letales para sumergirme en un mar de confusiones. En lo personal esa personalidad entre lo rebelde y desdeñosa me enloquecía sobremanera, tanto así que pronto me vi en la pedestre y usual idea de buscarla, asediarla, tenerla. Definitivamente no tengo que ser un Cullen (ni por sus ostensibles rasgos de belleza pura, ni tampoco por sus virtudes extrasensoriales) para saber de que yo también le gustaba. Así que me dispuse a armar toda una estratagema para poder tenerla.

No obstante, cometí un error de contexto, imperdonable a los ojos de cualquier ser racional y de “buenas intenciones”: hablar. Pero bueno hubiese sido hablar lo suficiente y necesario; sino, en contraste, me vi en el lerdo y bobalicón acto del discurso del enamoramiento. Esa palabra no había sido articulada por mí, nunca había pensado en eso (Ella peor), pero en ese instante caí en el absurdo de decir algo que no sentía, que no cabía en mi cabeza, pero que pensaba yo, traería una apremiante respuesta amatoria. Fiel a su estilo Ella, sin menor gracia que la que siempre ostentaba me respondió de una manera sutil que lo pensaría. Nos despedimos; yo con la extraña sensación de que no había sido sincero conmigo, y menos con Ella; y Ella con una pisca de decepción en su rostro. ¿De verdad era amor lo que buscábamos a unos días de su partida? La respuesta tiene por sentido común que no. Entonces me reacomodé a puras cachetadas mi valentía y decidí volver a acercármela, para ser sincero. Al día siguiente, en el patio del instituto salía Ella presurosa con la mirada buscando a alguien; me acerqué y pronto cuando estaba a escasos metros de ella, un tipo de agraciada cabellera y frugal musculatura apareció entre un estante y otro del patio del instituto. Antes de irme de bruces, giré ingeniosamente el camino hacia la derecha y me encontré con Juan con quien desde por encima de su hombro pude ver el comportamiento de Ella. Se saludaron y se retiraron, nada más que eso. ¡Maldición! Dije en mi fuero interno. Mi última alternativa sería la fiesta de Luis en el que ella asistiría.

Eran las 2 de madrugada y me encontraba repasando todas las estupideces que había hecho para conquistar a una chica. En lo que iba del año había llegado a estar con una chica, Carla su nombre, que muy celosamente había convertido nuestra relación en poco menos que un calvario, una cárcel o un matrimonio. Las exigencias por las que pasaba habían hecho que mi rutina diaria estuvieran marcadas por la hora de llamarla para ver donde nos encontrábamos, la hora de recogerla, la hora de dejarla en su casa, la hora de llamarla cuando llegara, y además de las intempestivas y inoportunas llamadas que me hacía para saber cómo estaba; acabábamos de vernos hace unos minutos, qué me podía pasar en esos escasos minutos. Como cualquiera, me sentía en custodia, con unos grilletes que yo mismo había buscado e irremediablemente no sabía cómo zafarme. Recuerdo que por consejo de un experimentado Luis hice lo que buenamente se puede hacer en estos casos, sin dejar con el corazón roto a una chica y el odio hecho fuego (no hay peor enemigo que una mujer despechada): enfriar la relación, convertirme en el hombre más estúpido, egocéntrico, machista y ridículo del planeta. Tarde o temprano se hartaría de mí, y poco a poco terminaríamos rompiendo, y nos iríamos por nuestros caminos como llegamos: sin pena, ni gloria. Sin embargo no fue así; al final de esto, igual terminó odiándome, repudiándome por el cambio brusco de persona, y quizá no haya resultado como yo esperaba, pero creo que si hubiera terminado con Carla al inicio me hubiera odiado más y a ese encono se hubiese sumado el orgullo de una mujer al ser rechazada.

Aquella habitación conservó y eliminó las barreras del lenguaje oral y las convirtió en algo más que un momento, un estado de gracia somnífera y ambigua entre la realidad y la ficción; entre la verdad y la mentira.

Luego de esto había estado errando en el mundo; y ahora me encontraba en la fiesta de Luis, sentado como un borracho con un vaso en la mano en el pasadizo de la casa. Mientras todos flirteaban y escapaban a los sitios más (in)imaginables, yo estaba sentado en un sofá ubicado prudentemente en el pasadizo para algún idiota que no quisiese compartir de ese juego de seducción y flirteo que se había convertido la fiesta. Me encontraba ahí porque me resultaba incomoda la presencia Carla en la fiesta, y me sonrojaba la idea de que se acercara mientras hablaba con alguna fémina y le gritara: ¡este es un patán, ni por más borracha te metas con él! Yo le había suplicado a Luis de que no la invitara pero en vano fueron mis súplicas ya que Carla era de la más amiga de la hermana de Luis y estaría allí aunque el Papa y el Gobierno se lo prohibieran. Yo había ido aparte de estar con mis amigazos, principalmente, para hablar con Ella, encontrarla y corregir mis errores de la mocedad. Le metí un sorbo radical al vaso de cerveza y mi mirada se perdió en el vacío; sentí el amargo sabor a cerveza bajar por mi garganta y enardecer mis entrañas. Me levanté, decidido a buscarla. Y justo cuando me dirigía a buscarla apareció Carla, mi cancerbera –así es como decidí llamarla luego de haber permanecido cautivo a su sombra por interminables y angustiantes 3 semanas-, y no supe hacer otra cosa que meterme en la habitación que tenía al costado; menos mal no logró verme, y dudé de que al pasar por el cuarto sintiera mis latidos agitados, abriera la puerta y me encontrara ahí: agachado, constipado y muerto de vergüenza. Como mi amigo Amer dice, no tenía un celular a la mano para disimular mi soledad, así que apelé al sugestivo calor de un cigarro. Luego de habérmelo terminado tomé conciencia del lugar dónde estaba; era una habitación amplia, con un par de lámparas a cada lado de la cama, un armario muy grande al frente y un silencio devastador. A pesar de la bulla que retumbaba las ventanas de la sala y toda la casa, ese lugar era un escape a la bulla, parecía inmune al escándalo y al pandemonio. Estaba relativamente oscura por lo que no pude advertir nada más que el silencio y la penumbra. Decidí salir ya; resignado a saber de que Ella no estuviese o haya encontrado alguien más “sincero” a quien dar en concesión esos melíficos y celestiales labios, antes de partir a la madre patria. Abrí la puerta lentamente y con la mano aún en la manija de la puerta me quedé paralizado al verla cruzar por el umbral del pasadizo con su mordaz cabello y su movimiento huracanado. Debió notar mi asombro y estado de zozobra, pues me contestó con un exquisito y tentador movimiento de manos. En mi interior sabía que yo le gustaba y viceversa (obviamente), así que mientras aquél fantasma celestial se acercaba como volando hacia mí, mi mano que aún seguía aferrada a la manija de la puerta, se estiró en señal de invitación, dejando la habitación a su merced. Me miró y su mirada duró acaso dos segundos, en el cual giró su centelleante figura a la habitación. En ese momento quise deshacer todas las estupideces que había dicho antes sobre el estar enamorado; pero el tiempo era un recurso no renovable y escaso que había perdido protagonismo en aquella habitación. Siendo sincero, Ella siempre había representado para mí un objeto de placer (eufemismos aparte) y la había considerado, como dice la canción, un enemigo al cual doblegar. Al fin estaba con Ella y quería decirle que olvidara todo lo que le dije; que no la amaba (bah!), la deseaba. El juego se tornó a movimientos de ajedrez: Ella retrocedía y yo, armaba la ofensiva; me acerqué lentamente al compás de sus pasos (no necesitábamos música para bailar) que retrocedían hasta encajar en lo que parecía una cómoda. Su mirada era igual de furibunda, y a la vez de incitación; la tomé de la cintura y Ella correspondió el juego. Nuestras miradas incesantes no albergaban espacio para claudicar; eran una lucha cuerpo a cuerpo de placer y dominación. Pronto estuvimos embarazosamente juntos, envueltos en un halo de pasión, resquebrajados, frenéticos, con nuestros alientos que se golpeaban, con nuestros labios que se suturaban. No sé en qué momento terminó todo, Ella se zafó con fuerza de mí, y se esfumó. Nunca pronunciamos algún sonido, ni una sola palabra, ni un saludo, ni una despedida. Aquella habitación conservó y eliminó las barreras del lenguaje oral y las convirtió en algo más que un momento, un estado de gracia somnífera y ambigua entre la realidad y la ficción; entre la verdad y la mentira. Así terminó el juego; sin inicio, sin final y sin un pretexto para contarlo: al fin y al cabo nunca sucedió nada.

Siempre que veo a un hombre flirtear con una mujer, rompiendo su esquema, su esencia, vistiéndose de oveja para fines alimenticios y de sobrevivencia, se me viene a la mente Ella, y las grandes diferencias entre un momento y un compromiso. Hay personas que a veces buscan un momento, y no es desdeñable el acto en sí; es el deseo de satisfacer una necesidad consumada por el maledicente prejuicio de la gente, atrincherados en el bando de las mosquitas muertas que esconden un lobo pernicioso adentro, al cual no logran controlar, pero una vez sueltos, el deseo de autodestrucción y profilaxis es recurrente. En vez de esa pugna (sinuosa), yo prefiero la convivencia fértil y “sincera” de nuestros lobos puritanos y bien intencionados.

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20 comentarios:

A las 5 de mayo de 2008, 15:19 , Anonymous Anónimo ha dicho...

que!!!!!!!! continuara?????

 
A las 5 de mayo de 2008, 21:12 , Anonymous Anónimo ha dicho...

sigue sigue , ta interesante , toy q me como las uñas por saber toda la historia..aqui entre nos amix escribes chvr, spero pronto leer el final d esta historia la cual no se trata precisamente d amor ahi ta lo interesante jejeje, besos bye. angeles.

 
A las 5 de mayo de 2008, 21:26 , Anonymous Anónimo ha dicho...

sigue sigue , ta interesante , toy q me como las uñas por saber toda la historia..aqui entre nos amix escribes chvr, spero pronto leer el final d esta historia la cual no se trata precisamente d amor ahi ta lo interesante jejeje, besos bye. angeles.

 
A las 6 de mayo de 2008, 9:52 , Blogger Esteban Ramon ha dicho...

No se angustien. El post está terminado. Quizá sea el último post hasta después de los jodidos parciales, y los controles de lectura del prof. Pachas. Ahora que recuerdo quiero manifestar mi odio rotundo hacia el prof. Pachas, nos ha dejado casi 10 soles de lectura financiera, no es justo...

Termínalo de leer Angelita :D Muaa!

 
A las 6 de mayo de 2008, 10:22 , Blogger DESPUÉS DEL DOLOR ha dicho...

simplemente...wow.......

 
A las 6 de mayo de 2008, 10:22 , Blogger DESPUÉS DEL DOLOR ha dicho...

a veces un beso vaLE MAS QUE MIL PALABRAS....

 
A las 6 de mayo de 2008, 10:24 , Blogger DESPUÉS DEL DOLOR ha dicho...

lo leido..lo visto ..fue mas que suficiente para decir....wow....eres un literato innato.y te admiro por eso....

 
A las 7 de mayo de 2008, 9:55 , Anonymous Anónimo ha dicho...

amigo wilmer... tu siempre sorprendiendo!!
una vez q empiezo a leer tus textos, no puedo dejar de hacerlo... son muy interesantes..
y sobre éste texto...
creo q a todos nos ha pasado algo parecido.. y si no, no pueden negar q sintieron algo así, pero por esas mentes puritanas q dicen tener, ahí quedó...
y no es amor..

 
A las 7 de mayo de 2008, 13:51 , Anonymous Anónimo ha dicho...

q despedida y q inicio de relacion (si se puede llamar asi) espero q ella tambien te heche de menos aunque las lagrimas se sequen respiraran el mismo aire y vivira en el mismo planeta...para la proxima espero que encuentres el lugar exacto y el momento para abrir tu testamento de corazon

Blog: A punto de (…) « Un blog de regurgitaciones, anécdotas mejoradas y nimiedades mías »
Entrada: Aquella habitación muda (Ella y Yo)

 
A las 7 de mayo de 2008, 14:10 , Blogger Esteban Ramon ha dicho...

Ingenioso el comentario wendy. "Un beso vale más que mil palabras".

Otra es como la que se encuentra en la pagina principal del blog y dice así:

"¿Beso? Un truco encantado para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas."

Saludos!

 
A las 8 de mayo de 2008, 14:02 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Compadre Avila una vez mas me inclino a su narrativa, que decir sobre esto todos pasamos por esas situaciones y lo importante es estar seguros de lo que hacemos y conscientes de lo que pasara, en mi opinión (tu sabes compadre siempre sinceridad)no es precisamente amor lo que pude entender de todo esto un cierto interes mutuo quizas, pero no puedo saberlo a un 100% ya que solo tu tienes la respuesta.

Bueno compadre me despido esperando el sgte tema y cualquier cosa dime no mas quien es ese prof. Pachas que le damos vuelta entre los dos xD .

 
A las 9 de mayo de 2008, 11:26 , Blogger Esteban Ramon ha dicho...

Me preguntaba de quien era ese comentario anónimo. Al fin me enteré de el autor de ese comentario. Nadie puede negar que un gusto a veces trasciende a otra cosa (o viceversa) pero hay cosas que en exclusiva se aferran al presente, al momento, y no hay mayor satisfaccion que el estar juntos. Otros, muchas veces ahuyentan ese momento pretendiendo permanecer a un grupo sofisticado de cánones de buena conducta; eso es similar ha permanecer a una relacion de la cual no estas a gusto, porque dejo de ser lo mismo, o porque, simplemente, no hay amor. En vez de jugarse unas escapadas, estando con alguien que no se ama, es recomendable la convivencia fertil y sincera de nuestros lobos puritanos y bien intencionados. Y no es amor!

 
A las 15 de mayo de 2008, 11:17 , Blogger Janbuk ha dicho...

Como dicen bien en algunos de tus comentarios, este tipo de situaciones nos ha pasado a todos y como estan fuera del "estereotipo sentimental" (entre comillas) a veces hasta nosotros mismos no sabemos manejarnos en ella, hace poco pase por una situacion similar y la disfrute mucho pero lamentablemente la presion de mi entorno, en cuanto a este tema, hizo que cometiera algunos errores garrafales... me gusto mucho vivir el momento al lado de esa persona, sin hablar, ni planear mas alla de... y es mas, aun me gustaria poder disfrutar de mas momentos asi a su lado... Y porsupuesto no es amor.

Ah! y si necesitas alguien que le tire piedra y escupa a tu queridisimo profesor avisame... (Me gusta ser solidaria en estos casos)

Un besote

Janbuk

 
A las 16 de mayo de 2008, 10:54 , Anonymous Anónimo ha dicho...

guaaaaa amio de donde sacaste todo eso...kien te viera no lo creeria jajaja... uno se acalora al leer esto jajaja mentira,,como crees...lo máximo.

 
A las 17 de mayo de 2008, 16:46 , Anonymous Anónimo ha dicho...

HI: amio ahora entiendooo lo q una vez me dijistes en una platica cuando stabamos en las "cocharcas" q fuistes una joyita en tiempos pasados, la verdad q no nunca me contastes el porq? y menos lo de esta historia...en fin cosas de la vida real...pero quien no ah pasado momentos similares:P jejeje
Nos vemos mi cer..:P me agrada muxo tu estilo narrativo;)

 
A las 19 de mayo de 2008, 13:07 , Anonymous Anónimo ha dicho...

la historia me atrapo wilmer..son las 3:08 p.m. tengo examen parcial a las 6 pero valio la pena darle una leida¡¡ felicitaciones y que dia la hacemos ah¡¡ tu sabes a lo que me refiero man tengo SED¡¡¡ Abrazos y estamos en contacto.

atte

Nelson

 
A las 19 de mayo de 2008, 13:43 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Una habitación muda ?? Payasadas !!

 
A las 19 de mayo de 2008, 13:43 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Buena con la dedicatoria, habalamos

 
A las 20 de mayo de 2008, 21:44 , Blogger kathy ha dicho...

amigo una vez me quedo encantada con tu forma de escribir, jeje, pues si como dicen muchos quien no ha pasado por un momento asi, y quienes no quisieramos volver a vivirlo, situacion en la que las palabras sobran, exitos en todo lo q te propongas, lograras mucho en esta vida. un besote kathy.

 
A las 21 de mayo de 2008, 21:35 , Blogger Esteban Ramon ha dicho...

No me soprende saber todas las evocaciones que ha suscitado esta entrada. Calenturas, escalofríos, escepticismo, miedo, aberración, incitación, curiosidad, y demás cosas que entiendo son razonables. Resultó todo una joyita este post. Si la pregunta es ¿Quién es Ella? Me limito a contestar que es muy bElla. Ojalá Ella haya leído el post, y aunque quizá no haya comentado, quizá lo haya leído y me imagino las carcajadas que deben haber correspondido el embelecido post. Otra pregunta es ¿Cuándo, dónde? Sonrío y les digo que son cosas que suceden en las afueras del inconsciente y que raras veces tienen un lugar en el tiempo y el espacio. Agradecimientos a los lectores, que a veces son más que los que comentan, pero prefieren el silencio, o aveces el anonimato. Saludos a los que tuvieron las agallas de reconocer que uno ha tenido sus tiracuerdas y que son bien recordados. Saludos: Anónimo, Angelita (X3 y 3 besos), Wendy (X3 y 3 abrazos), Laura S.(con que a todos nos ha pasado eso, no?), El ingenioso Hidaldo y Don juan Otto (El cazador), Hector (el compare), Janbuk (me gustó mucho tu último post, me sentí identificado, te lo dije), Karina (very hot), Laurita (la chica Cocharcas jjaja, mentira amiga, no recuerdo haberte contado esta historia), El gran Nelson (me siento feliz que tu valioso tiempo no haya sido desperdiciado, tu diras para con las COPAS), Fermin (ya sé de quién se trata), Kathicita (como gustan que la llame, con mucho cariño).

 

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