jueves, 4 de octubre de 2007

Ferdinando

“Me levanto temprano, me siento sólo pero a pesar de eso me siento bien. Cuatro muros me rodean, impiden mi visión del mundo. Pienso en cómo era la vida antes y cómo lo es ahora. Entran unos hombres de fornida presencia, siento que quieren hacerme daño. Me amarran, me resisto. Bueno, pondré de mi parte. Voy junto con estos tres hombres –sí, los he contado, sé contar- a otro espacio. Uno de ellos saca un cuerpo metálico, algo así como una navaja. Recuerdo una vez que me hicieron daño con un objeto metálico que brillaba advirtiendo su letalidad. Me pongo nervioso. Otros cuatro hombres me sujetan, creo que me están cortando el pelo. Algo hacen en mi cabeza, siento un sutil hincón. Me extraño. Luego el hincón se hace más intenso, me desespero. Lo único que deseo es zafarme de los hombres que me oprimen. Uno de ellos me mira desde el otro lado con escepticismo. Por la desesperación no me di cuenta que ya habían terminado, sin embargo siento como si mi cabeza estuviera adormecida. El sol se cuela por una rendija del cuarto y junto a él logro escuchar un barullo allí afuera. No se porque pero estaba intranquilo, inquieto y excitado, ingresan al cuarto nuevamente cuatro hombres con un recipiente. “Comida” pensé. Sin embargo creo que me estaban limpiando, mi rostro estaba siendo mojado. “Mis ojos” exclamé. En que momento había sucedido. No logro ver bien, poco a poco mi visión se nubla, se hace más imprecisa. Presiento algo malo, quizás quieran matarme. “Soy aún muy joven”. De repente, como una avalancha siento una granizada de golpes secos y fríos en mi espalda, mi abdomen, mis testículos. Atiborrado de golpes, quiero escapar pero adonde voy regreso. “Qué quieren, que ganan haciendo esto”. No sé qué hacer, pienso que es el final, me siento enfurecido. Sólo quiero ver, sólo quiero embestir, la venganza me corroe. Quiero dar por finalizado todo esto. Ahora, me encuentro absolutamente exacerbado, sacado de quicio. Se abre un halo de luz que me incita a salir anhelando la libertad. Escucho un fuerte ruido, corro y traspaso el umbral, todo el mundo esta ahí, extasiados. “¿A caso todos ellos me golpearon, me humillaron?” Mi visión no es muy buena pero logro ver el color de la furia, alguien espera por mí. Quiero salir de ahí, si alguien se interpone estoy dispuesto a finalizarlo. Mis patas arden y mi cuerpo aún magullado va a explotar. De pronto, se acerca algo a mí, es grande y majestuoso. De la luz del sol cae un trueno que atraviesa mi lomo y perfora una costilla. Salgo disparado, mis fosas nasales se dilatan tratando de succionar el miedo y el dolor. Luego, logro ver a un hombre que viene, éste es un hombre delgado y de rostro soberbio. Mi furia se dirige hacia él. Siento otro hincón en mi espalda. El dolor es insoportable. Busco al susodicho, solo quiero acabar con esto, el ruido exacerba mi odio. Ha pasado mucho tiempo desde que estoy ahí; cada vez me siento más débil, sé que mi último esfuerzo de sobra acabará con el sujeto y el momento. Solo espero ese momento, mientras el dolor –no lo había notado- se traduce en un charco de sangre en el piso. El ruido nuevamente se hace intenso, giro el rostro y él se encuentra frente mío, aun con esa sonrisa maquiavélica, disfrutando del momento. Es el momento, mi último esfuerzo, lo ultimaré, es muy frágil. Corro con toda mi fuerza a envestirlo, veo dejar mi sangre en el aire, él esta muy callado como siempre. Desaparece frente a mis extenuados ojos y algo helado siento en el pecho. No sé desde que momento comencé a sentir miedo. Un fuerte miedo me invade, tiemblo, me espasmo, me desespero. Mis extremidades flaquean, se alejan unas de otras sin explicar cómo. No entiendo a esa gente, por qué vinieron a ver esto, no entiendo el por qué de esto. Ahora entiendo todo. Me odian.” Recuerdo de pequeño un video de un becerro, su nombre era Ferdinando. Él no era consciente de su fuerza y su identidad. Cuando creció era un toro y en algún momento vendrían a buscarlo. Cuando el día llegó, los otros toros comenzaron a darse de trompetazos demostrando su fuerza. Ferdinando, prefería sentarse al pie del árbol a respirar el dulce aroma de las flores. Ferdinando no era gay. Él solamente no quería hacer lo que todo el mundo hacía, era auténtico. Lamentablemente se sentó sobre una abeja y salió disparado a embestir todo lo que se cruzaba a su alrededor: cercas, árboles, otros toros. Las personas que lo vieron quedaron asombrados y lo escogieron para llevarlo a la gran plaza donde estaría preparada su muerte. Sin embargo, esto era un dibujo animado y no podía tener un triste final y espantoso como lo es en la realidad. No siempre escribo tonterías, y si lo consideran una tontería basta entender como podemos matar a unos seres que no nos hacen nada ni nos sirve para nada sacrificarlos, todo en el nombre del arte de toromaquia. Una señal más de nuestro absurdo afán de entretenernos. Pero en realidad qué estúpido. Estos animales son golpeados, cegados, y maltratados brutalmente antes de salir al ruedo. Desde aquí mi oposición intransigente a estos hechos que no hacen otra cosa que motivar a la violencia y el irrespeto a la naturaleza. Hoy se celebra el día de los animales, y mañana según escuché el día antitaurino. Pues esperemos que se hagan escuchar las voces en defensa de los animales maltratados y que cada uno contribuya en esta causa moral y justa.

5 comentarios:

A las 19 de octubre de 2007, 16:58 , Anonymous Anónimo ha dicho...

No puedo entender como una persona pueda llamar fiesta (brava) y arte a la tortura de un animal. Hay que estar enfermo de la mente para aplaudir y lanzar elogios al torturador, que llaman torero, mientras éste se luce ante un animal moribundo, castigado con una serie de instrumentos hasta provocarle la muerte.

En realidad es el show de la muerte, pues durante la corrida de toros, el animal es torturado una y otra vez, desde antes que salga al ruedo, y durante la corrida. No entraré en detalles porque existen cientos de videos y fotos que ilustran este maltrato al animal.

A nivel mundial existen decenas de movimientos antitaurinos, y en algunos casos han logrado que la gente comprenda la crueldad que se comente con los toros en la llamada Fiesta Brava. Barcelona, en el 2004 se convirtió en la primera gran ciudad española que se declaró antitaurina, y desde la fecha están prohibidas las corridas de toros en esa ciudad. Esta noticia tuvo gran repercusión internacional.

En nuestro país, las corridas de toros se realizan en octubre, en el llamado Mes Morado, mes del Señor de los Milagros. Lo que causa indignación es que la Feria de Acho se realiza en honor al Cristo Morado, y los toreros que vienen de España, en su mayoría, se disputan el Escapulario del Señor de los Milagros. ¿Qué tiene de santa la corrida de toros? ¿Qué valores cristianos se pueden encontrar en la tortura de un animal? ¿Qué opina la Iglesia del Perú respecto a este tema?

No creo que el cardenal y arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, permita que el nombre del Señor de los Milagros sea manchado con la sangre de esta práctica sádica. Sin embargo, hasta la fecha él no se ha pronunciado. ¿Cuál es el motivo de su silencio? ¿Acaso él avala esta práctica?

Diversas organizaciones, Perú Antitaurino es una de ellas, vienen organizando protestas. Han lanzando campañas en televisión, páginas web, y plantones en la Plaza de Acho. Esta iniciativa ha logrado recibir el apoyo mayoritario de la ciudadanía. Según una encuesta de la Universidad de Lima, el 82% de los ciudadanos de Lima y Callao están en contra de las corridas de toros.

Pero, ¿sólo basta con protestar? ¿Hasta cuando vamos a seguir viendo animales masacrados sin poder hacer nada para ayudarlos? ¿No les parece que esto tiene que acabar ya de una vez? La única manera de que esto se termine es que una ley la prohíba. De otra manera es imposible.

Actualmente, un proyecto de ley con el número 00496 - 2006/CR, presentado por el congresista José Urquizo, en el que propone la abolición de las corridas de toros, viene durmiendo en el Congreso de la República. Hay que presionar para que se debata y apruebe de una vez. De lo contrario el proyecto será archivado, y la única manera de parar con estas torturas –que es a través de una ley– se perderá.

 
A las 16 de noviembre de 2007, 11:13 , Anonymous Anónimo ha dicho...

La última vez que comi un bisteck, se me cruzó por la mente el pobre animal que me comia en ese momento. Creo que es parte de la vida, el que sacrifiquemos animales para comerlos, al menos eso es lo que hacen también casi todas especies animales, pero creo que eso no se compara con el hecho de deleitarse del sufrimiento del animal. Yo no estoy en contra de que se mate un animal para que sirva de alimento, pero lo que me daría asco es aquel que se recocija y disfruta viendo al animal sufrir mientras agoniza, a mi me parece propio de gente enferma. Es ciero que como carne, pero jamas iría a un camal por el simple hecho de deleitarme viendo como muere el animal, eso es demencial y me parece que son cosas totalmente distintas, lo que si he pensado muchas veces es que incluso en los camales, se debería buscar reducir al minimo el sufrimiento del pobre animal. Yo no soy un activista defensor de los animales... pero me pregunto, ¿Que pasa con la gente? Cada vez esta mas podrida, más indolente y sin afecto natural.

 
A las 16 de noviembre de 2007, 11:14 , Anonymous Anónimo ha dicho...

HAY QUE DIFERENCIAR QUE CUANDO SE MATA A UN ANIMAL PARA LA INDUSTRIALIZACION ES POR LA NECESIDAD QUE EXISTE DE HACERLO(AUNQUE SI QUISIERAMOS PODRIAMOS NO HACERLO) PERO MATAR AL ANIMAL POR EL PLACER DE VERLO MORIR NO TIENE SENTIDO NOS DESHUMANIZA (LLAMENLO ARTE O MANIFESTACION HIPANICA LLENA DE BRUTALIDAD PONGANLE EL NOMBRE QUE QUIERAN).

 
A las 16 de noviembre de 2007, 11:15 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Recuerdo que un amigo de la universidad me contò que "ir a toros era una juergaza". Mi mamà fue varias veces de chica. Cuenta que mi abuelo le gritaba "te pierdes la mejor parte!"... ya te imaginaràs a què ser referìa con "la mejor parte". Ahì ella siempre se tapaba los ojos.

No me declaro loca fanàtica de la causa, pero sì me parece un espectàculo huachafo, lamentable y desagradable, encima copia burda hecha para que los grandes señores se asoleen y se luzcan en las pàginas de las igualmente huachafas revistas de la "gran minoría" (me siento huachafa de solo mencionarlo, jajaja!!). Sin embargo, me parece que tu comparaciòn de "por què no protestan por las vaquitas, los camales, etc etc etc", es como de un protestante de PETA. Es decir, "pobrecito el conejito / pollo / etc no lo maten que pena tiene derechos!".

No creo que puedas meter en un mismo saco a la cadena alimenticia (a menos que seas vegetariano, claro està), con un espectàculo donde se hace gala de la tortura.

Si funciona este tipo de publicidad.... uhm, no lo sè. A mí me pareciò bastante bueno el último afiche promocionado. Vi un reportaje de Panorama hace algunos años y la verdad es que , al no haber ido jamàs a Toros, me pareciò horrible (no sabìa que le cortaban las orejas, claro). Me pareciò asqueroso, pero en todo caso lo que hizo fue reafirmar mi posiciòn que me parece un espectàculo patètico (sacando el hecho que seguro el programa buscaba algo de rating).

No creo que convenza a los refinados traseros que intentan ser majos en la Plaza de Acho pero por lo menos si reafirma, en cierta medida, y si no es efectista.

Claro seria mejor si se tomaran medidas al respecto. Pero aca casi nunca se hace nada.

 
A las 16 de noviembre de 2007, 11:17 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Siempre respeto la opinión de los que están en contra de las corridas, particularmente soy fiel seguidor de las corridas. El tildar una corrida como una barbarie no hace más que revelar la ignorancia que se tiene al respecto, la lidia entre el toro y el torero encierra innumerables actos que solo una persona entendida puede descifrar para luego gozar de este bello arte. Si bien poder entender la tauromaquia lleve algunos años de constante aprendizaje, no hay que ser mezquinos en pensar que las corridas de toros son solo Acho, para que muchos sepan, dentro del Perú existen más de 400 palzas de toros, en las cuales muchos pueblos realizan grandes fiestas taurinas dentro de sus festividades por lo cual no quedan dudas de que el toreo es y será parte de la cultura arraigada por los españoles. El que no lo vea así peca de subjetivo.

Saludos,

Pedro

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio